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José García Hidalgo

Roberto Esquembre Ocetta 24/06/2013 Imprimir | Agregar a favoritos

José García Hidalgo

Nació en Villena en 1646. Fue pintor, grabador y tratadista barroco español.

Estudió en Murcia primero con Nicolás de Villacís y más tarde con Francisco Gilarte, pasando luego a Roma,  donde él mismo dijo haber estudiado "por papeles" de Pietro da Cortona, estableciéndose de retorno a España en  Valencia. Aquí, conocido como  el castelllano según dice en sus Principios para estudiar el nobilísimo arte de la pintura, asistió durante seis años regularmente a la academia de pintura y dibujo que funcionaba en el convento de Santo Domingo, donde se daban enseñanzas teóricas y prácticas para artistas, nobles y eclesiásticos, de la que era director o académico mayor Vicente Salvador Gomez.  De ella García Hidalgo dejó una viva descripción en sus Principios para estudiar el arte de la pintura junto a un expresivo grabado. Según Palomino,  que no le dedicó biografía y sentía por él cierta animadversión, en Valencia entró en el taller de Esteban March, donde tuvo como condiscípulo a Juan Conchillos,  con quien volvería a colaborar años más tarde en Madrid.

Hacia 1670 se trasladó a Madrid, entrando en el taller de Juan Careño de Miranda, cuyas enseñanzas apenas llegó a asimilar en sus pesadas composiciones de gran aparato y numerosas figuras. Realizó también algunos retratos, en los que mejor se manifiesta la influencia de Carreño, no exentos de cierto aparato, entre los que cabe destacar el del canónigo don Antonio de Ayala, firmado en 1686 y conservado en el Museo de la catedral de segovia. Tras esta primera estancia en la corte bajo el padrinazgo del pintor de cámara de Carlos II  en 1697 volvió a Valencia donde residió hasta 1706. En 1703 sería nombrado pintor de cámara honorario de Felipe V,  aunque ya antes firmaba Pintor Regis o pintor de su majestad. De regreso a Madrid, mantuvo abierta una Academia de dibujo, falleciendo el 28 de julio de 1719 en esta ciudad, donde fue enterrado en la iglesia de San Ginés.

Obra

Su abundante obra pictórica, entre la que se pueden destacar los veinticuatro óleos dispersos de la historia de San Agustín que pintó en 1674 para el claustro de San Felipe el Real de Madrid, pone de manifiesto la diversidad de las influencias que recibió en su etapa de aprendizaje, si bien siempre pesó más en su estilo el arcaico tenebrismo propio de la escuela valenciana, sin lograr desprenderse nunca de cierta sequedad en el tratamiento del color.

Retrato de María Luisa de Orleáns (1679)
 Madrid. Museo del Prado

Será por ello más recordado como autor de un célebre estudio teórico-práctico sobre pintura, los Principios para estudiar el nobilísimo y real arte de la pintura, publicados en Madrid hacia1691,  libro del que muy pocos ejemplares han llegado, tratado con sumo desdén por Marcelino Menéndez Pelayo, que no encontraba en él nada de valor científico. La obra es, en realidad, una cartilla de dibujo formada por unos 120 grabados originales y no desdeñables en el ejemplar más completo de la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, precedidos por un prólogo y un par de composiciones poéticas medianas. Son famosos los versos dedicados a las pautas que se deben seguir en la pintura de la figura femenina:

Darás a la Muger más hermosura,
siendo en su todo, y partes bien formada,
ocho cabezas dándole a su altura,
de pechos y caderas abultada,
sin huessos por ninguna coyuntura,
blanda y hermosa, redonda y torneada,
manos, pies, y cabeza algo menores,
que son de los extremos los primores.

Anteriormente había publicado a su costa una Geometría práctica: sobre los problemas no resueltos, con 29 grabados de figuras geométricas, uno de ellos fechado en 1682.

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