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Junta Central de Fiestas
Comparsa Almogávares

La Mahoma

Roberto Esquembre Ocetta 10/12/2013 Imprimir | Agregar a favoritos

La "Mahoma" es una tradición que tiene su origen en la Edad Media y está relacionada con los Gigantes y Cabezudos aragoneses y catalanes y con la utilización de un gran muñeco que representa a Sansón en algunos lugares de Hungría.

Como representación de Mahoma ya se utilizó en las fiestas de moros y cristianos que se celebraron en Jaén en 1463 y se documenta también con los nombres de Aduar o Papaz en el siglo XVIII en algunas fiestas de moros y cristianos como las de Alicante o Alcoy.

En Villena y en Biar, la existencia de la Mahoma se documenta por primera vez en 1838, aunque naturalmente es anterior a ese año. Y esto es debido a que se describen las Fiestas de Moros y Cristianos de Biar de 1838 en el "Semanario Pintoresco Español" publicado en el año siguiente con fecha 5-5-1839, en el que se alude a la traída de la Mahoma a Villena, lo que supone la existencia en Villena de una comparsa de moros encargada de traerla y, por tanto, de Fiestas de Moros y cristianos.

Existió en toda la comarca del Alto Vinalopó hasta que se eliminó desgraciadamente en algunas poblaciones (Sax, Petrer, etc.) tras el Concilio Vaticano II.

Se trata de un enorme muñeco de madera y cartón, con cabeza articulada y vestido con un traje amarillo, verde y rojo (tradicional traje de moro). Lleva barba y un turbante con una media luna. Carga con una cimitarra en la mano derecha y un catalejo en la izquierda. Representa al profeta Mahoma y es compartida por las ciudades de Biar y Villena para celebrar sus fiestas de Moros y Cristianos.

No estamos cualificados para aseverar categórica­mente cómo o cuándo empezó esta costumbre, pero sí hacemos caso a lo que la tradición nos cuenta, nos lleva a la conclusión de que maestras fiestas nacen con el acuerdo de utilizar la Mahoma de Biar en nuestros feste­jos, acuerdo éste en compensación por la utilización de las cárceles por el pueblo de Biar, que el Ayuntamiento de Villena poseía.

 

 

En ambas ciudades se celebran las embajadas, donde la Mahoma (como cariñosamente la llaman) tiene un papel muy importante.

Las Embajadas de las fiestas de Moros y Cristianos de Villena son tan antiguas como las mismas fiestas. En el programa de 1884 ofrecía diversos detalles sobre la embajada del moro al cristiano, que tenía lugar el día 7 de septiembre, indicando que «se situarán en el fuerte las comparsas de cristianos. Las de moros se presentarán por las calles de la Corredera en son de ataque. Su general avanzará con su escolta en un brioso caballo hasta el castillo, y propondrá la paz como embajador. Despreciado, dispondrá el ataque del fuerte que tomará por asalto, Los cristianos se retirarán y los moros conducirán al fuerte la efigie de su Profeta». Hoy la embajada del día 7, se celebra el día 6 por la tarde. Pero el guión se ha de cumplir y con el la tradi­ción, cuando el día ocho de Septiembre, los moros ocupantes del castillo sean derro­tados por los valientes cristianos, que en sangrienta batalla vencerán a los seguidores de la media luna, y és­tos, con la misma alegría que al recibirla, prestos se dis­pondrán a entregar la Mahoma a los emisarios que desde Biar vendrán para llevársela a su ciudad y cumplir así lo tradicional­mente establecido entre los dos pueblos.

 

Actualmente ambas embajadas se desarrolan en el castillo de la Atalaya, pero no siempre ha sido así. Durante cientos de años se situó un castillo de madera en la Puerta Almansa que en 1970 se trasladó a la Plaza de Santiago y en 1977 se decidió utilizar el marco natural del castillo de la Atalaya, con lo que se ha ganado en espectacularidad, ya que todo el mundo reconoce que es un marco incomparable.

 

 

Una vez en Biar y recibida por los arcabuceros de las Comparsas de esta ciudad, será acompañada a la casa del Marqués de Villagracia, donde descansará hasta que se inicien las fiestas el 9 de mayo. Durante todo este tiempo la Mahoma será cuidada y custodiada por Jerónimo Navarro, guardián de la efigie desde 1961 y por José Martínez Merí “Madre de la Mahoma” como lo fueron antes su abuelo y su bisabuelo. Durante las fiestas de moros y cristianos, Martínez se traviste y, al igual que todas las buenas progenitoras, acompaña a su hija, el muñeco. "Todo el mundo tiene que tener una madre", dice entre risas, como cuenta entre risas que los preescolares del pueblo visitan de vez en cuando a la efigie, a la que los niños otorgan vida propia. Entonces Navarro, el custodio, les enseña los amplios jardines de la casa del Marqués y les dice: "Mirad, aquí es donde se baña la Mahoma y por aquí pasea y juega al tenis".

La madre de la Mahoma es una figura que no se halla en otros pueblos de esta zona. Pero es que Biar mantiene una sorprendente relación con la efigie que comparte nombre con el profeta. Lejos de explotarlo o lanzarlo al vacío, aquí el muñeco provoca sentimientos que bordean la veneración.  

No es este el caso de Villena, que aunque actualmente a la mahoma se le respeta y cuida con cariño y  afecto,  anteriormente, cuando se terminaba la embajada se llevaba a ésta en volandas y se tiraba a la fuente los burros, donde los de Biar la recogían indignados. Como anécdota recordaremos lo sucedido en  1983, cuando, no se sabe si intencionadamente o de forma fortuita, la Mahoma apareció una noche quemada en Villena. Una delegación de Biar se desplazó entonces hasta esa localidad, recogió las cenizas que quedaron de la Mahoma, las guardó en un cofre y las llevó a su ayuntamiento, donde hoy pueden verse los restos. El mismo día, Martínez, tan en serio como en broma, pidió una baja en su centro de trabajo. Estaba de luto. Se había muerto su hija, la Mahoma.

Tras las fiestas de Biar, el dia 12 de mayo, la efigie de mahoma se traslada nuevamente a Villena donde la comparsa de Moros Viejos la recogerá y así mismo será la encargada de su custodia durante su permanencia en ella.

 

 

Como en tantos casos, éste es uno en que nada hay escrito, todo se ha hecho por acuerdos verbales; cuando la Mahoma llegaba a Villena, casi siempre un miembro de la comparsa tenía dispuesto un sitio en su casa, natu­ralmente lugar éste espacioso, como el pajar, cambra o almacén de aperos de labranza o similar, pero cuando esto no ocurría así, se ubicaba en el porche de la casa de cualquier componente que dispusiera de él, permane­ciendo allí durante los meses que preceden a la Fiesta. Así ha ocurrido hasta hace muy pocos años en que por acuerdo de la Junta Central la Mahoma ha sido definiti­vamente depositada en la Casa del Festero.

La Mahoma es sin lugar a dudas el más fiel expo­nente de la tradición festera local, ya que ha sido lo úni­co que ha sabido plegarse a las distintas variantes de ho­rarios y cambios de lugares donde se han escenificado las Embajadas, aguantando incluso las renovaciones con­ciliares de conciencia que estuvieron a punto de acabar con ella.

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