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Gastronomia 

Artículos sobre la gastronomia de Villena. La cocina de Villena está pensada para combatir el frío, por ello no es de extrañar encontrar platos tan consistentes como el triguico, a base de trigo picado, pencas, alubias y nabos; o el gazpacho manchego, carne de caza guisada sobre una base de pan ázimo, acompañado de ajoaceite. También conviene probar el 'relleno', un caldo de cocido presidido por una 'pelota' o gran albóndiga de carne, hígado y piñones, y el arroz con pata, los caracoles y las habas.

Las pastas tradicionales son también de honda raigambre, como los sequillos, dulce de obleas de harina, aceite y huevos, los rollicos de vino, los almendrados o bocados de harina y almendras dulces y las toñas, cocas de pan dulce, conocidas en muchos lugares como 'pan quemado', entre otros.

Villena destaca, desde antiguo, por sus afamados vinos. Así, merece especial consideración el famoso vino Fondillón, vino de postre, que permanece diez años en barricas de roble y que ha sido reconocido por la Unión Europea, junto con el Oporto, el Jerez y el Champagne, como vino de gran calidad reconocida.

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En la huerta villenense se puede encontrar una rica variedad de productos que también caracterizan la gastronomía de Villena; zanahorias, espinacas, lechugas, coles, etc. y frutas de primera calidad como cerezas, peras, manzanas y ciruelas implican productos de primera calidad que permiten degustar los sabores de la huerta en la mesa.

Villena desde siempre ha tenido una rica huerta regada por sus abundantes aguas caballeras, que con el transcurso del tiempo han visto como su caudal descendía encontrándose actualmente sus acuíferos sobre explotados. Con todo, en sus campos se sigue cultivando gran variedad de productos hortícolas, y frutas de primera calidad.

Del mismo modo, el aceite de oliva es otro de los productos naturales más ricos de Villena. El Aceite de Oliva Virgen Extra autóctono se produce siguiendo un cuidado proceso de elaboración, en donde se cuidan al máximo todas las fases de su producción para alcanzar la mayor calidad final posible. Desde la rápida recogida para evitar fermentaciones, se lleva a la almazara, en donde se realiza un proceso de lavado para eliminar impurezas. De ahí, se introduce en la batidora para ir consiguiendo el aceite y a la centrifugación para separar una parte del aceite y por otra el asperujo. El resultado final es un rico aceite con ácidos grasos insaturados oleico y linoleico a una proporción del 98/99% y otros componentes que, aunque están en cantidades muy pequeñas, son muy importantes en la calidad de los aceites. Destacan los carotenos (color amarillo), tocoferoles (vitamina E) y polifenoles (antioxidantes).

Con productos de esta tierra  de primera calidad,  y como no podía ser de otra manera, el carácter fronterizo de Villena, nexo de unión entre la Meseta y el Mediterráneo, ha tenido su reflejo directo en la gastronomía local.
La cocina de la zona se caracteriza por las influencias de estas dos grandes tradiciones culinarias, las que han dado origen a un hacer tradicional muy vinculado a las gentes del campo, teniendo como resultados platos tan sencillos y populares como exquisitos. Este es el caso de la gachamiga, elaborada con ingredientes tan tradicionales como los ajos, la harina el aceite y el agua.

De la cocina manchega adoptan los platos especialmente calóricos que ayudan a combatir el frío invierno villenense. Este es el caso del tradicional gazpacho de Villena, especialmente arraigado y que es costumbre se acompañe de ajoaceite. Son típicos también el relleno, el arroz y pata, los caracoles y las habas, es decir, platos de cocina popular. Este es el caso del Triguico, plato que nace de la cultura culinaria de Villena y que se cocina con trigo picado, cerdo, pencas, alubias coloradas, y nabos.

Desde 1922 en que Ricardo Menor Hernández la creó, es la única empresa de Villena que se ha dedicado a la elaboración de bebidas alcohólicas, no así de fabricación de alcohol ni de vinos ya que estas tierras siempre han producido muy buenas uvas.

La primera marca de la casa fue el Anisete Villena Dulce, es un anís de 25 grados y paladar azucarado. Cronológicamente, el siguiente producto fue el KATAKI, cuyo nombre proviene de una expresión muy villenera. Sus características son similares a las del Anisete Villena en cuanto a graduación alcohólica y azúcar, pero con un sabor muy particular.

El Cantueso elaborado por esta empresa, es un bebida alcohólica de 25 grados, seca y con aroma de tomillo, que se obtiene por maceración de la planta Cantueso. Su consumo ha estado ligado siempre a las fiestas de Moros y Cristianos, por lo que podría decirse que es un producto típicamente festero.

El Herbero se obtiene también por maceración de una serie de plantas (manzanilla, rabo gato, hinojo, salvia, tomillo, etc.) recolectadas en la Sierra Mariola. Una vez obtenidos los aromas de estas plantas se le añade anís con lo que se obtiene una bebida anisada muy agradable con una graduación de 30º.

La crema de Café es obtenida de una maceración de café previamente seleccionado, que muy molido se deposita en alcohol, hasta que éste le extrae todos los aromas.

También cuenta la gastronomía de Villena con apetitosas pastas tradicionales como los sequillos, los rollicos de vino, los almendrados o las toñas, que complementan el panorama culinario que esta ciudad oferta para el deleite de los paladares más variados y exigentes.

Villena desde tiempos remotos, ha sido una población dedicada esencialmente al cultivo de la vid y a la elaboración de vinos. A principio del S.XX había en la ciudad numerosas bodegas, que sacaban sus productos por ferrocarril hacia el puerto de Alicante. La filoxera en principio y las posteriores crisis económicas del primer tercio del siglo, unidas a la constante implantación del vino embotellado, provocaron una reducción del cultivo de la vid y del número de bodegas.

Pero, si es cierto que el cultivo o las empresas han disminuido a lo largo de los últimos años, también es una realidad que la calidad de los caldos, ha mejorado. Las bodegas que quedan en este momento, experimentan con nuevas variedades de uva, como la Cabernet Sauvignón o la Merlot, ambas francesas, que han conseguido adaptarse perfectamente a la climatología, la altitud y a las condiciones del terreno. Se están realizando experiencias de crianza en barricas bordelesas de roble, que auguran un buen futuro al vino de Villena.

Aquí podemos adquirir el famoso Fondillón o "vino de las parteras". Vino de postre varietal de uva monastrell, que debe permanecer diez años en barrica de roble, y que ha sido calificado por la CEE, junto con el Oporto, el Jerez y el Champagne, como vino de gran calidad reconocida. Recomendamos probar los tintos jóvenes de Monastrell, los crianzas también de Monastrell y los "coupages" de Monastrell con variedades francesas, así como los blancos secos de Moscatel, o los olorosos de Moscatel.



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