Artículos sobre las Fiestas del Medievo de Villena, que se celebra el primer fin de semana de Marzo de cada año.
Artículos sobre la gastronomia de Villena. La cocina de Villena está pensada para combatir el frío, por ello no es de
extrañar encontrar platos tan consistentes como el triguico, a base de trigo picado, pencas,
alubias y nabos; o el gazpacho manchego, carne de caza guisada sobre una base de pan ázimo,
acompañado de ajoaceite. También conviene probar el 'relleno', un caldo de cocido presidido por
una 'pelota' o gran albóndiga de carne, hígado y piñones, y el arroz con pata, los caracoles y
las habas.
Las pastas tradicionales son también de honda raigambre, como los sequillos,
dulce de obleas de harina, aceite y huevos, los rollicos de vino, los almendrados o bocados de
harina y almendras dulces y las toñas, cocas de pan dulce, conocidas en muchos lugares como
'pan quemado', entre otros.
Villena destaca, desde antiguo, por sus afamados vinos. Así, merece especial
consideración el famoso vino Fondillón, vino de postre, que permanece diez años en barricas de
roble y que ha sido reconocido por la Unión Europea, junto con el Oporto, el Jerez y el
Champagne, como vino de gran calidad reconocida.
La estratégica situación geográfica que ocupa Villena, unida a la
riqueza acuífera de su subsuelo, han determinado el papel de esta ciudad
en la Historia, y explican que en esta zona se hayan dado cita casi
todas las culturas prehistóricas, desde el Paleolítico Medio, hace
50.000 años. Existen asimismo vestigios del Neolítico y del Calcolítico,
sin embargo es en la Edad del Bronce donde Villena aparece con
mayúsculas en la Historia, ya que a esta etapa pertenece el magnífico
tesoro áureo, que ha dado nombre a la "orfebrería tipo Villena". La
continuidad del proceso humano está constatada por la presencia de
poblados iberos y villas romanas repartidas por todo el término.
De época islámica sabemos que el reino musulmán de Murcia tuvo a
esta ciudad de jardines como límite norte. Su condición fronteriza
propicia que el nombre de Villena suene en distintos episodios de la
reconquista. La conquista cristiana de Villena tuvo lugar en 1240, a
cargo del comendador de Alcañiz, en nombre de Jaime I y de la Corona de
Aragón. A partir del Tratado de Almizrra -1243- pasó a Castilla. El rey
Fernando II creó el título de Señorío de Villena y lo cedió a su hijo,
el infante Don Manuel, permaneciendo en la familia de los Manuel y,
posteriormente de los Pacheco hasta 1488, cuando los Reyes Católicos lo
incorporaron a la corona. El territorio fue Señorío, Principado, Ducado
y, posteriormente Marquesado, y comprendía parte de las actuales
provincias de Almería, Murcia, Albacete, Alicante, Valencia y Cuenca, y
comprendía veintitrés localidades.
Al filo del siglo XVI se abre un período de cierta tranquilidad, sólo
rota por el eterno conflicto territorial de Los Alhorines, entre Caudete
y Villena. Posteriormente, en 1525 Carlos I le concedió el título de
ciudad.
Durante la Guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, Villena apoyó a
estos últimos en la figura de Felipe V, siendo su castillo una
excelente plaza de armas para acabar con los fueros del Reino de
Valencia en la Batalla de Almansa de 1707. Esto le hizo ganar el título
de "Muy Noble, muy leal y fidelísima", que hoy figura en su escudo.
La imagen urbana de Villena a finales del siglo XVIII es la de una
ciudad abierta que ya no tenía murallas, inserta en el camino del
desarrollo con el paso, a mitad del siglo XIX, del ferrocarril que unía
Alicante y Madrid, o con el trazado que la conectaba con Alcoy. Y es
aquí cuando la ciudad volverá sus ojos a la Historia al incorporarse
definitivamente a la provincia de Alicante en 1836. La imagen urbana de Villena a finales del siglo XVIII es la de una
ciudad abierta que ya no tenía murallas, inserta en el camino del
desarrollo con el paso, a mitad del siglo XIX, del ferrocarril que unía
Alicante y Madrid, o con el trazado que la conectaba con Alcoy,
creciendo con el signo de los tiempos. Y es aquí cuando la ciudad
volverá sus ojos a la historia al incorporarse definitivamente a la
provincia de Alicante en 1836.
El desarrollo actual de la ciudad ha propiciado que Villena sea una
ciudad dinámica dotada de una infraestructura cultural y de servicios
propia de una ciudad moderna; sirvan como ejemplo el magnifico Pabellón
Deportivo Cubierto, el Polígono Industrial, la Casa de la Cultura, el
Teatro Chapí, sus museos y otras muchas manifestaciones de toda índole
que se desprenden de la lectura de las páginas siguientes. A
partir del siglo XIV se abre un largo período en el cual Villena quedará
bajo jurisdicción castellana hasta el siglo XIX, y comenzará a ascender
en la escala de títulos otorgadas a sus señores y ciudadanos.
Si primero obtuvo el de "Villa" de mano de los Manueles, en 1488 pasó a
depender directamente del realengo y a disfrutar de distintos
privilegios al apoyar contra el sublevado marqués Don Diego López
Pacheco, a los Reyes Católicos. El nieto de éstos, Carlos I, le concedió
el título de "Ciudad" en 1525. Se abre un período de cierta
tranquilidad, sólo roto por el eterno conflicto territorial de los
Alhorines, entre Caudete y Villena al filo del siglo XVI. Durante la
Guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, Villena apoyó a estos
últimos en la figura de Felipe V, siendo el Castillo de la Atalaya una
excelente plaza de armas para acabar con los fueros del Reino de
Valencia en la famosa batalla de Almansa en 1707. Esto le hizo ganar el
titulo de: "Muy noble, muy leal y fidelisima", que hoy figura en su
escudo.
La
situación geográfico-histórica de Villena ha sido siempre la de zona
fronteriza. Fronteras y límites han marcado profundamente las
influencias culturales recibidas, así el Reino Musulmán de Murcia tuvo a
esa ciudad de jardines como limite norte, dándole también los
cristianos esta condición.
La conquista cristiana de Villena tuvo lugar en 1240, fue realizada por
el comendador de Alcañiz en nombre de Jaime I y de la Corona de Aragón,
incumpliendo de esta manera pactos anteriores que dejaban a la órbita
castellana esta plaza. El Tratado de Almizra en 1243 la devolvía a
Castilla, creándose entonces el Señorío de Villena.
Más tarde, en 1261, Castilla necesitaba de nuevo la ayuda de catalanes y aragoneses para sofocar la sublevación morisca.
Este marcado carácter de absorción de influencias diversas, castellana y
aragonesa, no quedó zanjada con la creación del Señorío de Villena
-cuyo primer Señor el Infante Don Manuel era hermano menor de Alfonso X
"El Sabio" y yerno de Jaime I-, sino que posteriormente D. Juan Manuel,
segundo señor y primer Duque de Villena, casó con Doña Constanza, hija
del rey aragonés Jaime II.
El Señorío, Principado, Ducado y posteriormente Marquesado de Villena se
extendía por parte de las actuales provincias de Almería, Murcia,
Albacete, Alicante, Valencia y Cuenca, y comprendía veintitrés
localidades.
La ciudad de Villena ofrece un extenso panorama cultural, con una amplia infraestructura de equipamientos.
El rico pasado de Villena se equipara con la gran
diversidad de personajes ilustres que han dejado su impronta en la ciudad y que
son dignos de mención. Nobles, artistas, investigadores o intelectuales otorgan
a Villena un gran valor cultural por sus aportaciones a esta ilustre villa.
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